LA PROPORCIÓN ÁUREA, LOS SÓLIDOS PLATÓNICOS Y MIS TRABAJOS

La geometría siempre ha formado parte de manera importante en mi obra. Muchas veces de manera explícita y muy visible, sobre todo en los fondos, y siempre en la estructura del cuadro, en la composición, o sea en la distribución del espacio.

La composición a partir de formaciones geométricas es para mí fundamental y el punto de partida de todos mis trabajos, ayudándome a ordenar el caos, incluso cuando se trata de un simple dibujo.

Apoyándome en esta estructura en la que ya encuentro equilibrio y armonía, empiezo a distribuir las figuras o formas que junto al color será lo más visible del cuadro.
Al darlo por terminado la mayoría de esas líneas habrán desaparecido, pero quedando como soporte de la composición y manteniendo el equilibrio, lo que a nuestros ojos se traduce en belleza y armonía.

Todo esto, por supuesto, no es invención mía. Procedimientos similares han sido utilizados por los artistas desde muy antiguo. Lo poco que he podido aprender ha sido estudiando la obra de los grandes maestros , junto con rudimentarios conocimientos de geometría.

Ya en el antiguo Egipto las construcciones importantes se hacían siguiendo estrictos patrones geométricos y se cree que el propio Pitágoras , siguiendo los consejos de su maestro Tales de Mileto, viajó a Egipto y Babilonia, llevando a Grecia esos valiosos conocimientos.

En todo caso fue Pitágoras y su Escuela quienes dieron un avance sin precedentes en el estudio de las matemáticas como concepto de orden, ya sea musical, ético o del mismo Universo.

Parece ser que los pitagóricos daban una especial importancia al número 5, la suma del 2, femenino, con el 3, masculino dándole el atributo del amor. El pentagrama, la estrella de cinco puntas, la utilizaban como símbolo de su hermandad llamándola “Salud”, palabra con la que iniciaban todas sus cartas.

La relación del pentágono regular con el pentagrama es evidente: conectando con diagonales los vértices del pentágono formamos un pentagrama en cuyo centro se forma otro pentágono. Repitiendo el procedimiento obtenemos pentágonos y pentagramas cada vez más pequeños, y así hasta el infinito.

Cada segmento de esta estrella es menor que el anterior por un factor igual a la Proporción Äurea, phi, un número irracional responsable de que las figuras construidas con esa proporción nos resulten especialmente bellas, quizás por encontrarse por doquier en la Naturaleza, partiendo de lo microscópico hasta magnitudes cósmicas.

Estos conocimientos fueron utilizados por los pitagóricos para la construcción de los cinco poliedros regulares a los que otorgaban numerosas propiedades tanto matemáticas como mágicas.

Fue Platón quien los asoció a los elementos de la Naturaleza por lo que los conocemos como los “Sólidos Platónicos”:

El tetraedro de 4 lados: El fuego penetrante.
El hexaedro de 6 lados: La Tierra estable.
El octaedro de 8 lados: El aire móvil.
El icosaedro de 20 lados: El agua de múltiples caras.

El dodecaedro formado por 12 pentágonos regulares, por sus propiedades extraordinarias representaba para Platón el Universo donde “La divinidad lo utilizó para tejer las constelaciones por todo el cielo” (en Timeo).

Más tarde, Aristóteles concibió la idea de un quinto elemento que impregnaba todo el Universo y que llamó la “quintaescencia”, el éter, representado por el dodecaedro.

Resumiendo, estos principios elementales aplicados a la pintura me han llevado a utilizar estas proporciones en mis cuadros y últimamente a la contrucción de los poliedros regulares para luego pintar todas sus caras según me dió a entender mi imaginación.
El resultado de estos devaríos es lo que puedes ver a modo de “móviles platónicos”: pinturas en movimiento.

Cuando los vemos juntos en su particular danza, podemos apreciar la íntima relación que hay entre los elementos de la Naturaleza, cómo unos alimentan a los otros, manteniendo ese equilibrio inestable en el que vivimos todos.

N.B. Si quieres saber más sobre este tema puese leer estos libros por mí consultados:

“La proporción áurea” de Mario Livio, Ariel, 2006.
“La proporción áurea” de Fernando Corbalán, RBA Coleccionables, 2010.

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